Más que balas y cascos: Un vistazo a la brutal y brillante distopía de Mega-City One
En un panorama cinematográfico donde las adaptaciones de cómics a menudo se diluyen para el gran público, hubo una película que se atrevió a ser fiel a sus raíces oscuras y violentas: Dredd (2012). Si solo la conoces por su protagonista de mandíbula firme y su casco inamovible, te estás perdiendo una de las experiencias más viscerales y sorprendentemente bien ejecutadas del cine de ciencia ficción y acción de la última década.
Bienvenidos a Mega-City One, una megalópolis futurista post-apocalíptica que se extiende por la costa este de Norteamérica. Con 800 millones de habitantes y una tasa de criminalidad fuera de control, la única ley son los “Jueces” –agentes que actúan como policía, juez, jurado y, si es necesario, verdugos en el acto. La película nos sumerge en esta realidad sin preámbulos, ofreciendo una visión brutalmente eficiente de un futuro no tan lejano. El diseño de producción es soberbio: edificios monolíticos, suciedad omnipresente y una sensación constante de peligro que te atrapa desde el primer minuto.
“Dredd (2012)” es un logro en el cine de acción y ciencia ficción. Es inteligente, implacable y estilizada, una rara joya que no teme ser diferente. Si aprecias un buen “world-building”, personajes sólidos y acción frenética con sustancia, esta película es una parada obligatoria en tu Radar Cinéfilo. No te dejes engañar por su relativo bajo perfil en el momento de su estreno; esta es una película que solo mejora con cada visionado.
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